Estudiemos la conducta humana para optimizar resultados de políticas públicas
Este post apareció originalmente en el blog Primeros Pasos – Blog del BID sobre Primera Infancia, el 27 de Septiembre del 2017.
Lograr reducir el ausentismo escolar, aumentar las horas de lectura de un libro a los hijos o ayudar a las personas a contar con un mejor control del gasto de la energía en sus hogares pueden parecer acciones que no tienen algo en común. Sin embargo, son el resultado de combinar descubrimientos de las neurociencias y las ciencias del comportamiento en el diseño y la implementación de mejores políticas públicas para que sean más efectivas. Tomando como ejemplo la experiencia internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) e INECO lanzan la primera Red Latinoamericana de conducta humana y políticas públicas.
¿Conducta humana y políticas públicas?
Las neurociencias y las ciencias del comportamiento tienen la posibilidad de ayudar a diseñar mejores políticas públicas y, en particular, políticas sociales. La exitosa experiencia del Behavioural Insights Team (BIT) del Reino Unido ha inspirado a que un mayor número de países muestren interés en el uso de los principios de las ciencias de la conducta para diseñar programas y políticas públicas que resulten eficaces. Estados Unidos, Países Bajos, Dinamarca, Australia y Singapur ya tienen su BIT; sin embargo, no existe una experiencia así en países en vías de desarrollo, ¡donde más se necesita!
Esta Red latinoamericana nace como un primer paso hacia el uso de las neurociencias y las ciencias del comportamiento para ayudar a diseñar mejores políticas públicas en América Latina y el Caribe, conformando un grupo multidisciplinario de expertos que asesoren a los gobiernos de la región. Es el puntapié inicial en el desarrollo de una agenda en auge a nivel internacional que tiene como principal objetivo alcanzar un impacto social a través de políticas con una comprensión más realista de la conducta humana tomando a dos poblaciones clave, la primera infancia y los adultos mayores.
Invertir en el desarrollo infantil
Esta debe ser una prioridad en sí misma, pero además existe evidencia sobre su impacto positivo en la reducción de la pobreza y la desigualdad. Por ejemplo, la evidencia señala que cuando los niños alcanzan los tres años, aquellos que fueron más estimulados, escucharon aproximadamente 30 millones de palabras más que los menos estimulados, cohartando fuertemente las oportunidades y condicionando el desarrollo posterior. Por eso una iniciativa de la Universidad de Chicago, 30 Million Words, busca educar a los padres de menores recursos para que establezcan una mayor interacción con sus hijos.
Invertir en los adultos mayores
Hoy, el 11% de la población tiene más de 60 años, pero se prevé que en las próximas tres décadas esta cifra se triplique. Es decir, una de cada tres personas va a tener más de 60 años, lo que significaría un 34% de la población total. El envejecimiento en sí es algo positivo y refleja mejoras en las condiciones de vida, sobre todo, si los años adicionales son, en su mayoría, saludables.
Sin embargo, estos años se pueden caracterizar por situaciones de dependencia funcional, discapacidad y problemas de salud, lo que representaría un gran problema humano y una carga económica para los sistemas sanitarios. Por lo tanto, ¿cómo se logra un envejecimiento saludable? Las investigaciones, al igual que el conocimiento generado por las neurociencias, brindan elementos para diseñar políticas que mejoren las perspectivas del envejecimiento. Además, las ciencias del comportamiento pueden contribuir a que la población adquiera hábitos saludables para lograr un cerebro saludable toda la vida.
Todo esto hace que la creación de una Red Latinoamericana de Conducta Humana y Políticas Públicas sea crítica para fomentar soluciones innovadoras en desarrollo social, educación y salud, entre otras áreas. Hasta el momento no se han propuesto iniciativas de este tipo que integren esfuerzos entre países de la región con problemáticas similares.
